martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº1966

Vale Saber

Fobias

¿Qué hacemos con el miedo a manejar? Lo vencemos o seguimos gastando en micros y taxis

¿Alguna vez sentiste pánico al manejar? O directamente aun no pudiste sacar el registro? O tal vez un accidente te traumó y no querés volver a manejar. Todo esto tiene un nombre: se llama amoxafobia. Te ayudamos a superarla.



Mucha gente no logra superar el miedo a rendir el examen de conducir. Algo que para el resto de las personas significa un mero trámite, pero que para ellos implica enfrentarse a temores e inseguridades tan fuertes que, año tras año, postergan la decisión, aun habiendo practicado por semanas en una academia. Por otro lado, están los que pese a haber obtenido la licencia y estar en condiciones de manejar, no lo hacen por el pánico a que algo grave pueda pasar cuando están frente al volante.

¿Qué es el pánico/fobia?

Es un trastorno psíquico que hace que quien la padece pierda el sentido de la proporción y que el cuerpo reaccione ante un determinado estímulo. Entrar en un ascensor, encontrarse con una cucaracha, subirse a un avión o cruzar un puente: no importa cuán inofensivo sea lo temido, para una persona que sufre este padecimiento el pánico es tan real como si la causa fuera realmente mortal. Más aún, las personas con fobias generalmente se dan cuenta de que su reacción es irracional, pero esto no hace ninguna diferencia. La amoxafobia es el pánico a manejar. Muchos la sufren y cargan con las limitaciones que trae aparejada, ya que ir al trabajo en auto o emprender un viaje se convierte en algo traumático o imposible.

1° Caso

Eliana realizó varias clases en una escuela de manejo. Todo marchó sobre ruedas hasta que llegó el momento del exámen. No contaba con el auto de la escuela y tenía que hacerlo con el de sus padres. "Salí un par de veces para conocer el auto pero entre los nervios de mi papá que me acompañó a practicar y los míos, no logré controlar el auto, que era muy distinto al de la Escuela". Esto la frustró, dejó de practicar y nunca logró rendir la prueba. Con el paso del tiempo, sus temores no solo persistieron sino que se incrementaron. "Ahora que estoy más grande siento que soy más conciente de la locura de la calle y eso me juega en contra".

¿Qué lo causa? Las causas pueden ser reales o fantasiosas

* El primer grupo lo integran los conductores que han tenido un cierto miedo a conducir desde el principio, que nunca llegaron a superar y que con el tiempo empeoró. Estos son los típicos casos de los que no se animan a sacar el registro o lo tienen pero no se animan a salir a la calle. En este caso el miedo es fantasioso. Temen perder el control del vehículo, quedar atrapado en un embotellamiento y no poder salir o a chocar y accidentarse o herir a alguien. En cualquiera de ambos casos el resultado es el mismo: no manejar.

* En el segundo grupo están los conductores ya experimentados, que han sufrido un ataque de ansiedad o de pánico mientras conducían -y que no necesariamente está vinculado al manejo del vehículo sino a una situación de estrés. En algunos casos es un ataque de agorafobia, que hace que tengan miedo sobre todo al conducir por vías rápidas.

* Y el tercero, agrupa a las personas que han sufrido un gran accidente de tránsito que les ha causado un Trastorno de Estrés Post Traumático. En este último caso el miedo es ante una situación real.

Otro caso muy común

Florencia era una conductora habitual, con 30 años de experiencia al volante, cuando de repente un día sufrió un ataque de pánico en plena autopista. "Tuve que parar el coche literalmente en el lateral de la autopista porque no fui capaz de seguir conduciendo” contó en su testimonio. Cuando reunió fuerzas para volver a arrancar Florencia siguió avanzando “Iba muy, muy despacito y muy pegada a la orilla de la autopista, que era donde me sentía más segura", hasta que consiguió encontrar la primera salida y llegó a su casa. A partir de entonces Florencia tenía tanto miedo a que le volviera a pasar que poco a poco fue dejando de conducir: primero evitó las autopistas, las vías rápidas (en su caso evitó cruzar el Camino Centenario de La Plata) y al final ya incluso conducir por ciudad, a pesar de que el coche era esencial para su vida diaria. "Hasta cambiar de carril me producía miedo", admite. "Y me planteé dejar de conducir totalmente, porque cada vez tenía más miedo". Pero la idea de pasar a depender de otras personas le causaba una frustración grandísima, así que después de varios años decidió buscar ayuda.

Tratamiento

Hay programas terapéuticos eficaces, como los basados en la terapia cognitiva y comportamental. Son cortos y efectivos. Muchas veces el miedo se basa en una fantasía, en un miedo sobre lo que creen que va a ocurrir. Y lo que se hace, por ejemplo, es contrastarlo con la realidad. Para estos casos son muy útiles las prácticas en autos escuela, con doble comando. El objetivo es conseguir que mejoren su control emocional y su habilidad de conducción. Y hacia el final de la terapia ya viajan en el propio vehículo del paciente.

¿Sabías que en Europa es obligatorio pasar por una academia antes de dar el examen?

Consejos

- Si no querés una ayuda psicológica y tu problema específico es miedo a sacar el registro, una buena práctica es concurrir a una escuela de manejo. Aprender con profesionales te dará buenas herramientas. Los instructores saben cómo transmitir conocimientos y poseen vehículos con doble comando para practicar en la vía pública, en situaciones reales. Si tenés la oportunidad de dar el examen con el mismo coche con el que practicaste, todo será más fácil para vos. Luego, una vez que tengas el registro, no quedará otra opción que salir con tu auto, pero para ese momento, con el registro ya en mano estarás más relajado. En Europa, por ejemplo, es obligatorio pasar por una academia antes de dar el examen.

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